El título de esta publicación parafrasea a Raimundo Amador(con su gitano de temporá), refiriéndose a las pocas oportunidades que una gran cantidad de nudistas tienen de poner en práctica eso que tanto aprecian. Quién tenga su residencia habitual en latitudes por encima del paralelo 41º y/o bastante alejado de la costa (vamos a ceñirnos a España, no digamos ya los países nórdicos tan aficionados al nudismo), quedará condicionado en el número de jornadas que pueda dedicar a despojarse totalmente de sus ropas. Otros en cambio, dadas unas condiciones bastante más favorables, en latitudes más cercanas al paralelo 36º y cerca de las costas, podrán disfrutar de muchas más oportunidades.
De aquí se desprende que un año/temporada entre distintos nudistas puede diferir muchísimo por esta circunstancia en cuanto al número de jornadas de estar desnudos se refiere.
Esto tiene un cierto símil con la práctica del esquí alpino, otra actividad que depende de las condiciones de la montaña, la climatología y la facilidad para acercarnos a ella, debido principalmente a la distancia que nos encontremos de esta, además de que cuente con instalaciones para poder practicar este deporte. Una temporada de esquí para quienes no tengan de cara estos parámetros, puede resumirse en 12-15 días efectivos de deslizarse por el blanco elemento, mientras otros con residencia cercana a una estación pueden literalmente hartarse. Más o menos como quien vive a una buena latitud y cerca de la costa, que pueda seguramente sacar su culo al sol durante más de 60-70 jornadas de un año natural.
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