A diferencia del fuego de Guadalquitón que vivimos en directo hace 3 temporadas, en esta ocasión no nos encontrábamos en la playa, evitándonos lo inquietante de vivir desde la playa cualquier incendio de cierto tamaño. Cómo no podía ser de otra forma, desde el primer momento nos interesamos por la evolución del incendio, su origen y avance. Lo primero que nos llamó poderosamente la atención fue el origen del incendio, como se aprecia perfectamente en estas fotos de INFOCA.
-A escasos metros del frente litoral. El fuego solo puede extenderse en un ángulo de 180º
-En el límite de una zona deforestada, hacia donde tampoco podría propagarse.
-Con accesos muy complicados sin posibilidad de abandonar rápidamente el lugar.
-Apenas a 200 metros de una torre de vigilancia con cámaras y sobre todo, junto a una zona militar con presencia permanente de vigilantes.
Aún con estos datos que nos muestran gran evidencia de que seguramente estemos ante un caso de siniestro fortuito, los medios de comunicación y algunos colectivos cada vez más desacreditados, no tardaron en hablar de pirómanos, leyes, corrupción, grandes zonas quemadas y desastres ecológicos. La verdad es que gracias a la siempre extraordinaria labor de los dispositivos de extinción, la superficie quemada fue de unas 27 hectáreas de matorral y pino de repoblación.
Pocos días después estuvimos allí, donde grabamos este pequeño video.
Por cierto, el pasado 10 de septiembre pudimos vivir, esta vez si en directo, como otro incendio se iniciaba justamente en la contigua urbanización Atlanterra, que hacia el noroeste se extiende fuera de la vista de El Cañuelo. Enseguida tomó virulencia, pero una vez aparecieron los helicópteros de extinción, apenas tuvo 1 hora de duración. El problema es que se ubicaba exactamente en la vertical del parking allí existente. Esperamos que no llegase a mayores.